Reconocernos como agentes morales es parte del sentido de humanidad y se manifiesta en el desarrollo de acciones humanitarias, así como en la resistencia ante actos de injusticia social. Pero la agencia moral puede perderse o empobrecerse con el fenómeno de la desconexión moral, que es resultado de creencias y prácticas sociales y políticas relacionadas con los estándares morales de la comunidad o el grupo al que se pertenece. La desconexión moral se expresa de múltiples maneras:
- En la deshumanización del otro diferente o víctima de mis acciones
- En la falta de remordimiento ante el daño realizado
- En la frialdad e indiferencia ante el daño y el sufrimiento provocado por otros
- En el desplazamiento de la responsabilidad por las acciones cometidas
- Minimizando los efectos injuriosos o dañinos de las propias acciones
La desconexión moral sucede en individuos o colectivos, y siempre implica mecanismos justificadores que interfieren con los procesos de auto-regulación, auto- juicio y auto-sanción.
La desconexión moral puede llevar a la persona a pensar que un determinado hecho no es inmoral o que no provoca daño, aun cuando las evidencias fácticas resultan contundentes. La gente llega a decir que la conducta inmoral cometida no es reflejo de su verdadera intención o de su identidad, o recurre a especulaciones sobre lo peor que hacen los demás.