Desde las perspectivas cognitivas dominantes en la psicología moral, las emociones morales se han definido como emociones auto evaluativas u orientadas a otros, en respuesta a situaciones con saliencia moral en cuanto presuponen una evaluación de acciones propias en relación con las consecuencias sobre otros o una apreciación del estado emocional de otro (singular o plural), es decir que son resultado de juicios y apreciaciones de dichas situaciones.
Las emociones morales han sido tema de interés no solo en la psicología moral como interdisciplina, sino en las disciplinas como la filosofía, la sociología, la economía, la neurociencia. Resulta pertinente, por ejemplo, referenciar el libro de Martha Nussbaum, Emociones políticas (Nussbaum, 2013), porque ha sido un referente importante en la comprensión de la relación de las emociones públicas con actitudes políticas implicadas en la justicia social y por tanto señala la importancia de emociones como el amor y la compasión para mantener una ciudadanía centrada en el bienestar e interés común, así como la necesidad de entender procesos sociopolíticos necesarios para esa justicia social.
En general, hay concordancia en los autores revisados sobre la nominación de varios sentimientos o emociones morales, entre ellos: culpa, vergüenza, remordimiento, arrepentimiento, repugnancia o disgusto, impotencia, indignación, orgullo, compasión, satisfacción. La función de motivación de motivación de las emociones también la reportan Olivera-La Rosa y Roselló (2013, 2014) en sus revisiones. Para Ellemers, van der Toorn, Paunov & van Leeuwen (2019), un principio que conecta las diversas teorías (hay que aclarar que no incluyen en su revisión ninguna de las perspectivas conductistas) es que la moralidad involucra pensamientos deliberados e ideales acerca de lo correcto y lo incorrecto, así como realidades conductuales y experiencias emocionales que tienen las personas cuando consideran que ellas u otros han trasgredido lineamientos morales.
En el presente artículo se presentará el estudio y algunos de los principales hallazgos respecto al concepto de emociones y sentimientos morales. Para conocer más sobre emociones particulares lo invitamos a visitar nuestros artículos sobre: Empatía y Culpa y vergüenza.
Desde las perspectivas cognitivas dominantes en la psicología moral, las emociones morales se han definido como emociones auto evaluativas u orientadas a otros, en respuesta a situaciones con saliencia moral en cuanto presuponen una evaluación de acciones propias en relación con las consecuencias sobre otros o una apreciación del estado emocional de otro (singular o plural), es decir que son resultado de juicios y apreciaciones de dichas situaciones.
Las emociones morales han sido tema de interés no solo en la psicología moral como interdisciplina, sino en las disciplinas como la filosofía, la sociología, la economía, la neurociencia. Resulta pertinente, por ejemplo, referenciar el libro de Martha Nussbaum, Emociones políticas (Nussbaum, 2013), porque ha sido un referente importante en la comprensión de la relación de las emociones públicas con actitudes políticas implicadas en la justicia social y por tanto señala la importancia de emociones como el amor y la compasión para mantener una ciudadanía centrada en el bienestar e interés común, así como la necesidad de entender procesos sociopolíticos necesarios para esa justicia social.
En general, hay concordancia en los autores revisados sobre la nominación de varios sentimientos o emociones morales, entre ellos: culpa, vergüenza, remordimiento, arrepentimiento, repugnancia o disgusto, impotencia, indignación, orgullo, compasión, satisfacción. La función de motivación de motivación de las emociones también la reportan Olivera-La Rosa y Roselló (2013, 2014) en sus revisiones. Para Ellemers, van der Toorn, Paunov & van Leeuwen (2019), un principio que conecta las diversas teorías (hay que aclarar que no incluyen en su revisión ninguna de las perspectivas conductistas) es que la moralidad involucra pensamientos deliberados e ideales acerca de lo correcto y lo incorrecto, así como realidades conductuales y experiencias emocionales que tienen las personas cuando consideran que ellas u otros han trasgredido lineamientos morales.
En el presente artículo se presentará el estudio y algunos de los principales hallazgos respecto al concepto de emociones y sentimientos morales. Para conocer más sobre emociones particulares lo invitamos a visitar nuestros artículos sobre: Empatía y Culpa y vergüenza.
Malti & Dys (2015) presentan un modelo de desarrollo de las emociones morales donde las emociones están interconectadas con el razonamiento moral y la comprensión social de los niños, con base en la teoría que propone una cognición social básica como condición de la emoción moral, y la apropiación/internalización de normas. Las reacciones emocionales en infantes en respuesta a transgresiones morales serían precursores de las emociones morales que aparecen posteriormente, las cuales son emociones complejas que necesariamente incluyen un alto grado de procesamiento cognitivo y que, en términos de desarrollo, presuponen una comprensión básica de la mente del otro y entender por qué es malo quebrantar normas morales de juego limpio, justicia y cuidado.
La perspectiva de desarrollo que proponen estos autores se refiere metodológicamente a diseños transversales que comparan diferencias en la expresión de emociones morales entre grupos de edad, reconociendo la limitación de estudios longitudinales hasta la fecha. Los autores reportan algunas investigaciones longitudinales realizados por ellos y sus colegas, especialmente de sentimientos de culpa y empatía; igualmente, han desarrollado una nueva medida (Noldus’s Facereader 4.0) para evaluar las reacciones emocionales más espontáneas hacia transgresiones. Los resultados de estos autores confirman la influencia de factores contextuales, entre ellos, dinámicas grupales y presencia de espectadores, que pueden relacionarse con diversas emociones, a veces conflictivas entre ellas.
El interés en conocer mejor las reacciones más espontáneas, lo que se ha llamado cognición implícita, puede encontrarse en la revisión del tema y la investigación realizada por Silva (2015) con tres instrumentos de evaluación de cognición implícita (procedimiento Implicit Relational Assessment Procedure - IRAP, traducido como Procedimiento de Evaluación de Relación Implícita). El objetivo era evaluar las actitudes y creencias implícitas de las personas y estudiar las relaciones entre acciones y conceptos de moralidad, reportes de frecuencia de la conducta moral, específicamente la conducta de engañar, y los sentimientos al involucrarse en acciones morales.
Uno de los hallazgos interesantes fue que al cambiar la forma de las preguntas (en vez de responder si las acciones morales son buenas y las inmorales malas, negar que las acciones morales son malas y que las inmorales son buenas), los patrones de respuesta fueron menos claros, lo que fue indicativo de mayor nivel de derivación de relaciones y posiblemente efecto de un modelo cultural binario respecto a lo moral. Otro hallazgo fue que la persona que tiende a mentir y a engañar, puede hacerlo al convencer a otros de que para ella es aversiva la conducta inmoral, lo que se interpreta, en términos de la teoría de marcos relacionales, como volverse práctico en criticar la conducta inmoral, a pesar de la comisión de esta. El autor aclara que los resultados pueden ser más indicativos de la cultura que de las vicisitudes de la moralidad individual.
En general, los resultados muestran la maleabilidad de la conducta moral y que no siempre la gente es capaz de decir cuándo han cruzado un límite ético; se confirman resultados de otros autores en el tema en cuanto a experimentar sentimientos valorados como positivos cuando se actúa de acuerdo con lo moral y sentimientos negativos en el caso contrario, aunque algunas conductas, como pagar impuestos, pueden generar sentimientos displacenteros. Silva también advierte sobre la precaución al generalizar los resultados, pues a pesar de que las investigaciones se hicieron en dos culturas diferentes, los participantes fueron estudiantes universitarios.
En la revisión de Pacheco, Pinedo y Yáñez-Canal (2017), los autores también clasifican las emociones morales como complejas, dentro de la categorización gruesa tradicional de básicas y complejas, con implicación de la cognición como concepto inseparable del de emoción, pues esta es producto de un acto de valoración que depende del nivel cognitivo del individuo humano en su desarrollo (lo cognitivo refiere a los procesos de selección y organización de los estímulos del medio, a las maneras estables que tiene un organismo para percibir o interactuar con su mundo; incluye creencias o percepciones que no siempre pueden explicitarse). De esta manera, el vínculo entre lo emocional y la moral requiere una clasificación de las emociones y formular de forma explícita los niveles de la cognición implicada y su organización, así como las relaciones entre dimensiones explícitas del operar cognitivo y aquellas que operan de manera no-consciente. Para estos autores:
los diversos roles que se le atribuyen a la cognición en la generación emocional pueden agruparse básicamente en dos corrientes: 1) la que asume a lo cognitivo como elemento constituyente de las emociones (p. ej., como creencias que las preceden y determinan) o lo equipara con un conocimiento explícito que modula la experiencia emocional (como en el caso de los procesos de valoración complejos involucrados en las emociones secundarias), y 2) aquella que no considera las emociones como fenómenos que incluyen procesos cognitivos, sino como formas de cognición por sí mismas (p. 60).
Pacheco, Pinedo y Yáñez-Canal (2017)
También estos autores consideran que clasificar y diferenciar las emociones y cogniciones posibilita entender las relaciones entre los procesos emocionales, cognitivos y la conducta moral. Al respecto, aclaran que no se supone un vínculo estrecho y generalizable con el evento que genera una emoción moral, pues las conductas pueden ser muy diferentes; sin embargo, reconocen que es usual, en la mayoría de las personas, que las relaciones entre las diferentes formas cognitivas y emocionales operen de manera armónica y coherente.
En la teoría interconductual (Ribes, 2018), los sentimientos morales son reacciones afectivas compartidas que:
…le ocurren a la persona, con base en sus criterios de lo que es correcto o incorrecto hacer en situación y que afecta a los otros semejantes… Comprenden patrones reactivos/activos integrados lingüísticamente, y su composición y funcionalidad están determinadas por su semejanza y carácter compartido con las prácticas episódicas que se reconocen socialmente como tales sentimientos… todo sentimiento es una resultante del proceso de individuación social… Los sentimientos morales tienen lugar como condiciones percibidas de “bienestar” o de “malestar” con uno mismo. Desde esta perspectiva, la ocurrencia del sentimiento moral es inevitable, en función de actos respecto de los criterios morales, que son de carácter personal, aunque provienen de la convivencia en grupos de referencia; los juicios morales son posteriores a los sentimientos morales e incluyen justificaciones, influidas por criterios sociales, que pueden ser, entre otros, éticos, religiosos y jurídicos (cursivas y comillas en el original, pg. 440 y 441).
Ribes (2018)
- Ellemers, N., van der Toorn, J., Paunov, Y. & van Leeuwen, T. (2019). The Psychology of Morality: A Review and Analysis of Empirical Studies Published from 1940 through 2017. Personality and Social Psychology Review, 23 (4), 332–366. doi:10.1177/108886831881175
- Malti, T. & Dys, S. P. (2015). A developmental perspective on moral emotions. Topoi: An International
- Nussbaum, M. (2013). Political Emotions: Why Love Matters for Justice. Harvard University Press.
- Olivera-La Rosa, A. & Rosselló, J. (2013). On the relationships between disgust and morality: a critical review. Psicothema, 25 (2), 222-226.
- Olivera-La Rosa, A. y Rosselló, J. (2014) The new science of moral cognition: the state of the art. Anales de psicología, 30(3), 1122-1128. h ttp ://d x .d o i.O rg /1 0 .6 0 1 8 /a n a le sp s .3 0 .3 .1 6 6 5 5 1
- Pacheco, L., Pinedo, I. y Yáñez-Canal, J. (2017). Las emociones y la moral: una propuesta desde la psicología. En J. Yañez-Canal, L. M. Segovia, & J. A. Chaparro (Eds). Desarrollo moral y emociones (pp.19-79). Corporación Universitaria Minuto de Dios.
- Ribes, E. (2018). El estudio científico de la conducta: una introducción a la teoría de la psicología. El Manual Moderno.
- Silva, L.M. (2015). Developing the Implicit Relational Assessment Procedure (IRAP) as a Measure of Cheating Behaviour. Tesis de grado para optar por el título de Doctor of Philosophy, National University of Ireland, Maynooth. Recuperado de http://mural. maynoothuniversity.ie/7126/1/PhD/20thesis/20final.pdf