Ética ambiental y bienestar colectivo: Aportes para la convivencia pacífica en Colombia.

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Por: Ph.D. Paula Andrea Tamayo Montoya
Universidad Santiago de Cali | Universidad del Valle
La relación entre las personas y el ambiente, o entre lo humano y lo no-humano, trae consigo consideraciones éticas que constituyen la Ética Ambiental. En el presente artículo se explorarán las reflexiones que llevan a la constitución de una ética ambiental, sus principios y perspectivas, la capacidad explicativa que tiene sobre la construcción de modelos mentales y las formas en que una ética del cuidado puede concebir relaciones que van más allá de sujetos humanos. Para ello, se ejemplificarán y estudiarán los conceptos a través de las vivencias propias de campesinos en Colombia, entrelazándolas y correlacionándolas con bibliografía de referencia en Ética Ambiental.
Por: Ph.D. Paula Andrea Tamayo Montoya
Universidad Santiago de Cali | Universidad del Valle
La relación entre las personas y el ambiente, o entre lo humano y lo no-humano, trae consigo consideraciones éticas que constituyen la Ética Ambiental. En el presente artículo se explorarán las reflexiones que llevan a la constitución de una ética ambiental, sus principios y perspectivas, la capacidad explicativa que tiene sobre la construcción de modelos mentales y las formas en que una ética del cuidado puede concebir relaciones que van más allá de sujetos humanos. Para ello, se ejemplificarán y estudiarán los conceptos a través de las vivencias propias de campesinos en Colombia, entrelazándolas y correlacionándolas con bibliografía de referencia en Ética Ambiental.

Estar vivo

Esa mañana de 1889, mientras caminaba por las calles de Turin, Nietzche vio como un cochero golpeaba a un caballo que se negaba a avanzar debido al cansancio. Cuando el caballo se desplomó el filósofo lo abrazó y se echó a llorar. No se sabe con certeza que le dijo al caballo mientras lo abrazaba, pero algunos -entre ellos Milan Kundera-, sostienen que le pedía perdón en nombre de la humanidad. ¿Que conmovió a Nietzsche a tal punto? ¿De qué modo la vida del humano y del caballo se entrelazaron en este instante eterno?, ¿Porque perdió la razón y se dejó arrastrar por la emoción en un acto de solidaridad cósmica con un no humano?

Después de esto, Nietzsche se silenció y sus contemporáneos lo vieron caer en la locura. Esté ultimo e incomprendido acto de Nietzsche nos muestra como en el siglo XIX esa comunión entre humanos y no humanos era comprendida como un signo de locura. En esta época la relación humana – naturaleza era concebida bajo el acuerdo moderno según el cual el hombre dotado de una mente racional estaba radicalmente distanciado de esos objetos ajenos a la civilización considerados salvajes o bestiales, que debían ser subyugado bajo las leyes humanas o en todo caso controlados y puestos al servicio del progreso. Este acuerdo que encumbraba al hombre moderno por su capacidad virtuosa de acceder al mundo de las ideas y que legitimaba su accionar sobre la naturaleza como una expresión de su libertad y voluntad de poder. y en el que, desafortunadamente perder la razón significaba perderlo todo y morir en la soledad de los sanatorios mentales, avasalló el espíritu vitalista de Nietzsche.

Sin embargo, bastó con contemplar el daño sobre la naturaleza que se produjo durante la modernidad para que en el siglo XX múltiples voces hicieran tambalear ese acuerdo y fundamentaran la emergencia de la ética ambiental. En 1968 Raquel Carson acusó del deterioro ambiental a la creencia de que todas las decisiones del hombre sobre la naturaleza son aceptables si contribuyen al bienestar humano (Carson, 2018) y con ello allanó el camino para que científicos ecologistas y movimientos sociales denunciaran la crisis de valores subyacente a modelos de desarrollo ambientalmente insostenibles.

Surgieron de este modo cuestionamientos sobre el lugar privilegiado de la vida humana en comparación a la vida de otras especies que habitan el planeta, sobre el valor intrínseco de la biodiversidad, sobre la manera excesiva y destructiva con la que el ser humano interviene en la vida de otras especies (Giraldo & Toro, 2020) y sobre la necesidad de transformar los modos de concebir la relación humano-naturaleza para con ello transformar en consecuencia las estructuras económicas, ideológicas y culturales que fundamentan el proyecto civilizatorio humano.

De este modo, se sientan las bases para la construcción de una ética basada en el respeto a la vida donde el humano se descubre a sí mismo como una vida que quiere vivir en medio de vida que quiere vivir tomemos un momento para sentir esta vida en medio de otras vidas. Aquí está este aire que respiro y me anima y este corazón que no ha parado de latir desde el inicio de mi existencia. Aquí están sus corazones latiendo al unisonó con las sutiles vibraciones del planeta. Sin embargo, como cuesta a veces sentirse vivo, especialmente ahora cuando nuestras principales interacciones se dan a través de máquinas cuyos corazones no palpitan.

Principios éticos en la relación con el ambiente

Los principios de la ética ambiental nos recuerdan que es bueno mantener, promover e impulsar la vida y favorecer que se desarrolle en su mejor expresión, así mismo destruir la vida, causarle daño, bloquear su desarrollo es la manifestación de la violencia. El cuidado de la vida es entonces la protección de lo más valioso. La vida es el valor absoluto que fundamenta la convivencia entre todos y todo. Y, sin embargo, que ingenua suena esta postura, y que difícil es respetar la vida en toda su expresión.

Cuando un ser humano o no humano amenaza la vida de otro ser, rara vez lo hace como una opción individual o libre de cualquier presión. Mas bien, las exigencias que trae consigo la lucha por la supervivencia se imponen como condiciones que posibilitan el surgimiento de acciones que lesiona la vida.

Los distintos intereses del ser humano no siempre coinciden con los intereses del resto de las criaturas vivas. Por lo que la ética ambiental requiere de preceptos que no sólo deben ser asumidos de modo individual. Se trata de la construcción de pautas relacionales que orienten la acción social y política y fundamenten las opciones culturales para regular la relación con el medio natural. Se busca poner en circulación principios de cuidado que serán encarnados y puestos en acción por los individuos, más allá de sus intereses presentes.

Esta acción ya no es una utopía. En Colombia, tenemos ejemplos de grupos humanos que han establecido un acuerdo de respeto y apoyo mutuo con no humanos. Los campesinos agroecólogos por ejemplo, han asumido estos principios de cuidado y tienen innumerables historias de cooperación entre insectos, aves, plantas y agricultores. Permítame contarles la historia de Ana.

Ana siembra maíz en su parcela allá en Morales Cauca. Y cuando siembra pone una semilla para los gusanos, una semilla para las aves, una semilla para cubrir gastos y una semilla para ella, para su disfrute y bienvivir. La presencia de los gusanos en su cultivo es una buena señal pues muestra que la cosecha será abundante. Ana dice:

Yo cuido los ciclos, si viene el gusano al maíz él come del cogollo, luego viene el pájaro y se come el gusano y cuando el pájaro come yo lo espanto y él se va. Se pierde solamente una parte de la mazorca, pero todo lo demás queda de muy buena calidad

Tamayo, 2018

Sostener este acuerdo y con él equilibrio entre todas las entidades que convergen en torno al maíz es una decisión ética. Ana opta por respetar la vida de todos estos no humanos con los que convive, -aunque quizá los loros actúan de un modo diferente con respecto a los gusanos-. ¡Que paradójica puede ser la vida! En todo caso, tanto ella como otros agricultores de su comunidad piensan que rechazar la presencia de estos no humanos, les privaría de los beneficios de ampliar los límites de su comunidad para integrarlos como parte de su colectivo (Latour, 2008).

Hans Jonas, señala que la ética ambiental implica el principio de responsabilidad entendido como el cuidado por los seres vulnerables (Jonas, 1995). Allí entran multitudes de entidades que pasan desapercibidas para los humanos, quizá por su pequeño tamaño como ocurre con algunos microorganismos e insectos o que son rechazados por temor o desconocimiento. Durante el antropoceno pareciera que esta vulnerabilidad se extiende a la biosfera en plenitud. Lo que está causando una extinción masiva de la biodiversidad. En el sistema alimentario esto representa la pérdida del 75% de las especies que han hecho parte de la dieta humana.

Hacia un concepto de justicia ambiental

Quizá aún estemos a tiempo de equilibrar las relaciones humanas con la biosfera mediante la balanza de la justicia.

La justicia se metaforiza con la balanza, que muestra el esfuerzo continuo por equilibrar las relaciones de fuerzas. La balanza justa del derecho opone el equilibrio de un balance a todo desequilibrio abusivo. Sin embargo, los humanos olvidan calibrar sus balanzas para que la naturaleza sea tomada en cuenta en el balance

Tamayo, 2018

Preguntémonos primero que requerimos para lograr una justicia interespecie ahora que cuestionamos la capacidad humana de convivir en la biosfera con otros seres vivos. Y a esta búsqueda de justicia sumemos la justicia intergeneracional que pone una alerta sobre el modo como la generación presente hipoteca el bienestar de las generaciones futuras. Además, hay otro modo de justicia que no podemos dejar de lado, se trata de la justicia global que busca equilibrar la balanza de desigualdades socioeconómicas a nivel planetario (Borrero, 2002)

La apuesta por superar estos desequilibrios y crear condiciones de justicia ambiental sigue siendo un reto en el siglo XXI. Pues aún se debate si los valores ligados al cuidado de la naturaleza pueden anteponerse a los intereses humanos. Aún en el marco de la sostenibilidad persisten éticas utilitarias que justifican la depredación de la naturaleza si ello contribuye al bienestar humano. Así lo denuncia Enrique Leff cuando señala que el ambiente está quedando atrapado en las mallas del poder del discurso del desarrollo sostenible dando pie a disensos y contradicciones en la forma como se define la sostenibilidad (E. Leff, 2004). Es necesario que las acciones que diseñamos para el alcance de los ODS comiencen por atender los daños ambientales generados por los actuales modos de vida humanos y mitigar el impacto social de entregar esa responsabilidad a otros, a la vez que se distribuyen de forma desigual los costos ecológicos y ambientales asociados al actual uso de los recursos naturales.

Ahora nos preguntamos si esta distribución desigual afectará a los seres humanos en el futuro y si nuestros intereses perjudicarán los suyos y nos planteamos como premisa ética que ese otro que aún no existe materialmente, pero que habitará el planeta en el futuro es vulnerable al efecto de nuestras decisiones y por ende merecen ser protegido. Pero ¿Porque hacer algo por otro que ni siquiera existe y que por ende no ha hecho nada por nosotros? La ética ambiental considera que hay deberes no recíprocos y asimétricos y tal como señala Aldo Leopold, que es necesario ampliar el horizonte de consideración moral para incluir a otros seres que, aunque no hagan parte de una comunidad con la que se comparte un sentido de nosotros, merecen respeto, de tal modo los seres humanos futuros y los no humanos merecen consideración moral (Leopold, 1949; Valenzuela Sanhueza, 2018)

Cuidar la vida

La ética ambiental más que un discurso sobre el cuidado de la vida requiere de acciones prácticas. Buscamos desarrollar acciones que hagan que los derechos humanos sean posibles, y al mismo tiempo, contribuyan al cuidado de la naturaleza. Esto significa actuar en clave de ética ambiental. El cuidado es una acción fundamental para lograr el bienestar colectivo y fortalecer la convivencia pacífica en un país como el nuestro. Cuidar en sentido amplio implica cuidar de sí mismo, de los otros, de los cercanos y lejanos, conocidos y extraños, del planeta, de lo que producimos y consumimos (Lecaros Urzúa, 2013).

Saber cuidar es fundamental porque el cuidado no es una opción: los seres humanos necesitamos que nuestras acciones cotidianas sean orientadas por posturas éticas basadas en el cuidado. Como señala Boff, El cuidado asume la doble función de prevención de daños futuros y regeneración de daños pasados (Boff, 2001). Reparar los daños ambientales y sociales es un problema de inversiones, tecnología y expertos profesionales, y la prevención de daños futuros un problema de educación y comportamientos.

Reparar es posible, aunque no es fácil. Recuerdo la experiencia de un campesino agroecología que tardó ocho años en eliminar las trazas de pesticidas de su área de cultivo. Para este campesino, equilibrar su parcela era similar al proceso de rehabilitación de una persona adicta a las drogas.

En psicología tenemos una amplia experiencia en prevención y promoción de prácticas de autocuidado, ahora tenemos el reto de ampliar esta experiencia para cuidar tanto de humanos como de no humanos. Hemos comenzado a comprender que brindar atención psicológica a toda la población, con las condiciones actuales de nuestros sistemas de salud es una utopía, pero si es posible fortalecer la salud mental a través de procesos de promoción y prevención enfocados en afianzar prácticas de autocuidado en toda la población. Este aprendizaje también es valioso cuando pensamos en la salud del planeta. Atender las actuales necesidades de equilibrio plantario puede ser una tarea desbordante, pero comenzar con la promoción de prácticas basadas en el cuidado es una vía para contener el rebasamiento de los límites planetarios.

Construcción de modelos mentales en la relación con lo no-humano

Ahora bien, Entre los campesinos colombianos que practican la agroecología los aprendizajes ligados a la puesta en práctica de una ética del cuidado ambiental, también han sido aprovechados como referentes para aprender cómo cuidar las relaciones entre humanos y crear espacios para la convivencia. Sus profundos procesos de transición de prácticas agrícolas convencionales donde los venenos tenían un rol protagónico, hacia practicas basadas en el cuidado hacia los no humanos, les permitieron comprender como se naturalizaba en el campo la idea de que matar era bueno. Echemos un vistazo a esta ética del exterminio que denuncia un campesino en tono irónico:

Matar da buenos resultados, matar da ganancia y se aplica a unos seres que no tienen voz, que no tienen derecho a expresarse, y nos van creando civilizadamente la idea de que los problemas se resuelven matando… y el que más mata y el que mejor mata es el mejor… el insecticida universal que acabe con todo eso si es bueno y eso lo conversa usted con cualquier campesino cualquier agricultor, ese si es bueno ¡ha! ese me mató todo, no quedó ni uno… muy bueno. Entonces, mire pa’ onde nos llevan, matar es bueno, resolver los problemas matando es bueno

Entrevista, campesino, 2016

Y así, durante largos años imperó una postura ética, basada en la productividad agrícola y en el beneficio humano que fundamenta la naturalización de la violencia en el campo colombiano. Sin embargo, el cambio ya se está produciendo, quizá aún sea sólo una semilla o un pequeño brote.

El ajuste de los modelos mentales (Carrizosa, 2014) con los que concebimos lo no humano es indispensable para el desarrollo de una ética ambiental. Julio Carrizosa señalaba como el dogmatismo que impone ideologías y aniquila lo diferente, la simpleza capaz de aplanar el mundo negando su complejidad, la trampa que confunde y enreda buscando egoístamente el propio provecho y el desdén que nos lleva a mirar la degradación sin comprometernos con ponerle freno, afectan la relación hombre-naturaleza, el cambio de modelos mentales con los que entendemos la naturaleza puede llevar a replantearnos la forma como concebimos la naturaleza y el desarrollo de instituciones acordes con nuevos modelos basados en la empatía con el ambiente para entender los sistemas naturales y nuestra relación con ellos.

La agricultura agroecológica con sus prácticas basadas en la ética del cuidado comienza a posicionarse como un modelo para la producción de alimentos fundamentado en la noviolencia y en el respeto frente a todas las entidades humanas y no humanas. Los campesinos que durante años han experimentado los beneficios sociales y ambientales de esta práctica ven su potencial para promover la justicia social, nutrir la identidad y la cultura campesina, reforzar la viabilidad económica de las zonas rurales y contribuir a la convivencia pacífica en el campo colombiano. Sin embargo, las experiencias y los saberes de los campesinos que sostienen esta práctica aún son desaprovechados como referentes para el fortalecimiento de la convivencia pacífica en condiciones de equidad y justicia social pacífica (McAllister & Wright, 2019; Salas Picón et al., 2019). La agroecología se constituye en un modelo para la construcción de paz basado en el cuidado de la salud humana y ambiental. Crea condiciones de posibilidad para el fortalecimiento del tejido social a partir de la acción conjunta y provee de un marco comunitario para diseñar objetivos comunes relacionados con procesos de transición hacia estilos de vida basados en la convivencia pacífica, el logro de la seguridad alimentaria, la gobernanza territorial, la justicia económica y social, la salud humana y ambiental, y procesos de desarrollo territorial encaminados a la sostenibilidad. Sin embargo, esta práctica sigue siendo minoritaria. Aunque cada vez hay más personas que apoyan este tipo de propuestas y ven en ellas una vía para la creación de soluciones ante la actual crisis ambiental.

Conclusión

Persisten condiciones que minan la capacidad de actuar como colectivo bajo los principios de una ética del cuidado ambiental.

Entre estas condiciones se pueden señalar dificultades para movilizar la imaginación moral hacia la visualización y creación de nuevos estilos de vida. Actualmente predominan narrativas que refuerzan la idea de la inminente catástrofe dejando al ser humano en un mundo donde es difícil concebirse como agente de cambio. Por ello visionar otros futuros es una tarea imprescindible, Las acciones siguen a los pensamientos y la imaginación abre los horizontes de posibilidad para rediseñar otros modos de habitar el planeta.

Otro reto es construir alternativas afirmativas que pongan freno a la violencia producto del desconocimiento, el rechazo y deseo de dominio sobre el otro y lo otro. Es necesario Posicionar la Convivencia como un imperativo ético y político. Pero para ello es necesario superar el obstáculo representado por el individualismo auto centrado.

Así mismo, la subyugación de los saberes que se fueron construyendo en el proceso de coevolución de las culturas con sus territorios y naturalezas, sigue siendo un problema de justicia epistémica. Los académicos interesados en la ética ambiental tenemos mucho que aprender de los campesinos y campesinas que cotidianamente ponen en acción sus posturas éticas de cuidado por el ambiente. Estos campesinos han aprendido y están dispuestos a enseñar el modo como una actitud constante y consiente de cuidado tiene el potencial de transformar incluso las controversiales relaciones entre humanos.

Bibliografía

  • Boff, L. (2001). Ética planetaria desde el gran sur. Trotta.
  • Borrero, J. (2002). Imaginación política sobre la justicia. In enrique Leff (Ed.), Ética, vida, sustentabilidad (pp. 155–173). PNUD.
  • Carrizosa, J. (2014). Colombia compleja. Instituto Humboldt. http://repository.humboldt.org.co/handle/20.500.11761/32548
  • Carson, R. (2018). Primavera Silenciosa. Booket.
  • Giraldo, O. F., & Toro, I. (2020). Afectividad ambiental. Universidad Veracruzana.
  • Jonas, H. (1995). El principio de responsabilidad. Herder.
  • Latour, B. (2008). Reensamblar lo social: una introducción a la teoria del actor-red. In English (1st ed.). Manantial.
  • Lecaros Urzúa, J. A. (2013). La ética medio ambiental: principios y valores para una ciudadanía responsable en la sociedad global. Acta Bioethica, 19(2), 177–188. https://doi.org/10.4067/S1726-569X2013000200002
  • Leff, E. (2004). Saber Ambiental (4th ed.). Siglo XXI.
  • Leopold, A. (1949). Una ética de la tierra (J. Riechmann, Ed.). Titivillus.
  • McAllister, G., & Wright, J. (2019). Agroecology as a Practice-Based Tool for Peacebuilding in Fragile Environments? Three Stories from Rural Zimbabwe. Sustainability 2019, Vol. 11, Page 790, 11(3), 790. https://doi.org/10.3390/SU11030790
  • Salas Picón, W. M., Valenzuela Bonilla, E. B., & Prada, A. (2019). Agroecología: Una plataforma para la Paz. Reflexión Política, 21(43), 75–88.https://doi.org/10.29375/01240781.3634
  • Tamayo, P. (2018). Heterogeneidad y líneas de devenir. Un análisis simétrico de acciones colectivas mediante la que se sostiene la práctica de alimentación agroecológica. Universidad del Valle.
  • Valenzuela Sanhueza, C. (2018). Ética de la tierra y justicia ambiental: reflexiones en torno a la responsabilidad del ser humano en el devenir actual, desde un enfoque social y filosófico. Atenea (Concepción), 517, 167–180. https://doi.org/10.4067/S0718-04622018000100167
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